21 de julio de 2009

20 de Julio: Día del amigo

Cerré la puerta lentamente. Apoyé pesadamente mi cuerpo sobre el dorso de la misma y me quedé allí en medio de los recuerdo. Un suspiro profundo rompió el silencio en medio de la oscuridad. Caminé decidida hacia la ventana y abrí las persianas.
Atardecía en Buenos Aires. El horizonte rojizo contrastaba con densos nubarrones y mi tristeza encontró eco en ellos.
Busqué donde mirar para sentirme menos angustiada...
No hubo lugar donde posara mis ojos que no hablara de ella.
Ana, mi amiga, la compañera de camino que había elegido, yacía en el cementerio mientras yo, desconsolada, pensaba en el tiempo que compartimos...

Llegó a mi vida casi por casualidad...
Recuerdo ese día claramente: Necesitaba una mujer que me ayudara en la limpieza de la casa y mi vecina Lili, la mandó sin decirme nada.
Ese día tocó a mi puerta. Cuando abrí, me encontré con una mujer de ojos verdes espléndida.
No entendía nada.
Me explicó que la había mandado la señora de la esquina y allí comprendí cómo era el tema.
La hice pasar, le expliqué más o menos lo que esperaba de ella y nos entendimos al instante.
Así empezó nuestra entrañable amistad. Amor que nos unirá durante mucho tiempo, solamente interrumpido por la muerte.
Ana era alegre y extrovertida. Había tenido una vida azarosa pero nada pudo quebrantar su buen humor y esa excelente disposición que la caracterizaba.
Repartía buena onda a raudales y siempre encontraba el lado positivo a todo.
En aquel momento yo tenía veintitrés años. Con una tendencia enorme hacia la melancolía, la depresión me acechaba como un animal hambriento.
El ingreso de esta alma luminosa a mi vida marcó un antes y un después.
Con su ejemplo, me enseñó a disfrutar de las pequeñas cosas y a enfrentar los problemas con otra actitud.
Lo que vivimos juntas fue maravilloso. Entre carcajadas y canciones, porque cantaba muy bien, disfrutamos momentos increíbles.
A pesar de su sufrimiento físico, nunca perdió la sonrisa y la encantadora manera de contar.
Ha dejado en mi vida un gran vacío...
La llevaré siempre en mi corazón y el día del amigo tiene sentido porque la conocí...
Ana te amo, nunca te olvidaré descansa en paz

2 comentarios:

Juan Lucas dijo...

Digno este escrito de un corazón noble, de un espíritu tan grande y sereno, que va mas allá de si mismo y se pierde junto a las estrellas... palabras tuyas que siempre llegan al corazón... escrito de mi gran y siempre admirada María Inés.
Besos mi amada maga Circe.
Juan Lucas.

Gerardo Omaña Márquez dijo...

Linda y tierna historia de tu vida que me llega y me congoja con la grandeza de unos sentimientos que son dignos de ti y tu corazón poeta.
Besos para tu alma.